Desafío Adaptativo, Liderazgo, y Gestión de sí mismo:
Motores para Organizaciones Sobresalientes
Motores para Organizaciones Sobresalientes
(Este texto fue originalmente escrito el 14 de abril de 2009)
Los vertiginosos y
continuos vaivenes producidos por los permanentes cambios a los que las
organizaciones se han visto enfrentadas en la actualidad y durante los últimos
37 años, han llevado a un colapso en los valores, en la ética y en la forma de encarar los problemas, las
estrategias políticas, empresariales y sociales.
Si bien la
tecnología y los cambios han mejorado el nivel de vida general, tanto de las
personas como de las organizaciones, lo anterior también ha provocado muchas
pérdidas emocionales, sobre todo dentro de estas últimas. Esto porque las
personas se han visto atemorizadas y amedrentadas debido a que sus valores,
conductas, comportamientos y en especial sus formas de “hacer las cosas” dentro
de su entorno laboral, se han visto cuestionados, evaluados, y puestos en tela
de juicios, pues la “antigua” forma de trabajar no se ha adaptado al mismo
ritmo que han crecido los cambios y la tecnología.
Esta brecha está
trayendo consigo otras interrogantes: ¿Estamos frente a una “Crisis de Liderazgo”? ¿Son los
denominados “líderes” los llamados a ejecutar estos cambios? ¿De quién
es la responsabilidad de que las personas al interior de las organizaciones
hagan y sientan como propios los cambios y los nuevos desafíos? En definitiva, ¿quiénes son los llamados a generar
organizaciones capaces de adaptarse, “sobrevivir”, y salir victoriosas,
convirtiéndose así en organizaciones sobresalientes respecto del desempeño de
las otras?
Desde mis inicios
universitarios, todo lo referente a Liderazgo y Relaciones Humanas connotaba
una atención especial entre los temas de mi interés. Me encontré mucha
literatura y propuestas, pero ninguna que satisficiera realmente mis
expectativas ni la forma como yo creía que las organizaciones debían enfrentar
los problemas, desafíos y oportunidades.
En la gran mayoría
de la literatura que encontré al respecto en ese tiempo, se hacía referencia a
grandes personalidades del mundo de los negocios, de la política, del deporte,
e incluso de las religiones, destacando sus mejores prácticas, sus carismas, su
nivel de contactos, ser una inspiración para otros, una guía y hasta un modelo
para imitar o seguir. Sin embargo, en ninguna se hacía mención al esfuerzo, al
trabajo, a los costos y riesgos por los que tuvieron que pasar estas
personalidades. En el fondo, daban a entender que Liderazgo sería una cualidad con la que algunos pocos nacen
o tienen. Luego, si nos basáramos en esto, podríamos concluir que la respuesta
a la actual “Crisis de Liderazgo” que enfrentan las organizaciones sería el no
contar con personas con esas cualidades.
Dado lo anterior, y
al no encontrar satisfacción alguna a mis inquietudes, seguí buscando,
analizando y estudiando nuevas respuestas a estos temas. Tenía la convicción de
que las organizaciones pueden llegar a ser sobresalientes al enfrentar de una
manera diferente los desafíos y cambios: a partir de un buen ejercicio de
Liderazgo, pero no desde un punto de vista tradicional del “líder heroico” que
la literatura tradicional intenta mostrar, ni de ser una cualidad o virtud con
la cual algunos afortunados nacen, sino desde una mirada distinta, viendo al
Liderazgo como una actividad o un proceso, al cual todos y cada uno de los
miembros de una organización están invitados y, de cierta manera, “obligados” a
ejercer para hacer de sus organizaciones, entidades sobresalientes.
Afortunadamente, he
encontrado respuestas a mis inquietudes en distintos autores (Otto Sharmer, , Ronald Heifezt, Dee Hock, Robert Kegan,
Ignacio Fernández, Marty Linsky, Alexander Berlonghi, Humberto Maturana, Stephen Covey Francisco Varela, Peter Senge, Frederic Laloux,
Fred Kofman, Ken Wilber, entre muchos otros más), quienes
efectivamente, luego de años de estudios, llegaron a la conclusión que
Liderazgo es una actividad; o sea, que los líderes no nacen, sino que se pueden
enseñar y educar, y que todo emerge de una decisión personal e individual de
querer ir más allá, encontrando al “líder interior” que cada uno de nosotros
tenemos, y generando una nueva forma de establecer conversaciones al interior
de las organizaciones.
DESAFIO ADAPTATIVO
Las Organizaciones, no
importando éstas si son públicas o privadas, con o sin fines de lucro, ni
tampoco importando el rubro para el cual existen, continuamente se ven
enfrentadas a un sinnúmero de problemas, inconvenientes o circunstancias, que
dependiendo de la magnitud de éstas, les pueden generar un retraso, un desvío,
una alteración en sus funciones, una paralización en la producción o en la
entrega del servicio, o incluso, crear un mal clima laboral.
Sin embargo, a lo largo
de la vida de cada organización, éstas han entendido que los problemas son una
realidad. Así, más que sorprenderlas cuando estos ocurren, las organizaciones
han estructurado y diseñado procedimientos de acuerdo al conocimiento ya
adquirido -al haber enfrentado situaciones similares en el pasado-,
transformando estos procedimientos en
procesos legitimados que entregan un repertorio de respuestas y soluciones para
cada uno de los problemas, inconvenientes y/o circunstancias que volviesen a
aparecer.
A este tipo de problemas,
donde los miembros de la organización ya los han asimilado, y para los cuales
también están acostumbrados, por lo que
recurren al conocimiento previamente adquirido para darle solución, se les
llama “Problemas Técnicos”.
Son técnicos porque los procedimientos
organizacionales conocidos antes mencionados, indican claramente qué hacer, cuándo hacerlo, cómo
hacerlo, y quién debe hacerlo, y
basta con que una autoridad lo ordene, para que aquello se lleve a cabo y se
solucione el problema.
A modo de ilustración,
imaginemos que el Gerente Comercial de una empresa de seguros le pide a su
asistente que le prepare un informe del índice de siniestros del último
semestre para la tarde. La semana anterior, la empresa había cambiado todos los PC antiguos por
notebooks de última generación, incluyendo al de la asistente. Cuando llega la
hora de la entrega del informe al gerente, ella no logra tenerlo listo,
indicando que el notebook tenía problemas de funcionamiento, impidiendo que
ella preparara el informe en el tiempo estipulado. Ante esto, el Gerente ordenó
que el técnico del área de informática de la empresa solucionara el problema
inmediatamente. El técnico revisó el equipo, encontró la falla y lo dejó
funcionando sin mayores inconvenientes.
¡Esto, es un problema técnico! Se supo perfectamente qué hacer, cuándo
hacerlo, cómo hacerlo y quien debía hacerlo.
Sin embargo, las
organizaciones cada vez se ven más enfrentadas ante una gama de problemas para
los cuales el repertorio de soluciones ya conocidas no entregan las respuestas esperadas, haciendo muchas veces,
acrecentar aún más los inconvenientes. Llamaremos a estos problemas, donde los
miembros de las organizaciones no son capaces de encontrar una solución por medio
de los procedimientos y procesos ya conocidos, como “Problemas
Adaptativos“.
Son adaptativos porque
requieren aprendizaje, cambio de valores, de creencias y/o de conductas por parte de los miembros de las organizaciones, que tal
como el nombre lo señala, dependen de la adaptación y el aprendizaje de las
personas. Así, podemos concluir que los
problemas adaptativos, automáticamente, implican un cambio en las personas, dando paso al surgimiento de un “Desafío Adaptativo”.
Para ilustrarlo,
volvamos al ejemplo anterior, donde el técnico de informática de la empresa
reparó la falla que presentaba el notebook nuevo, solucionando el problema
técnico que tenía la asistente.
Imaginemos ahora que, a la semana siguiente, la asistente vuelve a
reclamar que el notebook tiene la misma falla. El técnico vuelve a
solucionarlo. Sin embargo, tal situación vuelve a ocurrir una y otra vez. Ante esto, el técnico le explica al gerente
que la falla no la tiene el notebook, sino que ésta surge por la manera que la
asistente lo opera. Claro, al ser el notebook de última generación, es un
equipo totalmente distinto al antiguo PC que ella tenía, por lo que éste
debería ser operado y manipulado de manera diferente. El técnico le menciona
esto al gerente y le indica que si la asistente no cambia su forma de operar el equipo, la falla se presentará
continuamente. En este sentido, la asistente se ve frente a un Desafío Adaptativo, donde ella tiene
y es el problema, y por lo tanto, es ella quien tiene la solución:
cuestionar su forma de trabajar, de actuar, y de pensar, para poder operar
correctamente el nuevo notebook.
Los Desafíos
Adaptativos se caracterizan por:
a)
Requerir un difícil aprendizaje a nivel de valores, supuestos, comportamientos,
conductas, hábitos o actitudes.
b)
El aprendizaje implica pérdidas, desequilibrio, resistencias y evasión del trabajo.
c)
Las personas con el problema, son el problema y también la solución.
d)
Se requiere más tiempo que un problema técnico, ya
que es de tipo experimental.
Es abundante la
literatura que habla sobre el “por qué” y el “para qué” de los cambios, y sobre los beneficios que el cambio puede
traer. Empero, poco o nada se hace mención de las pérdidas, sobre todo
emocionales, que existen detrás de cada cambio, o de las dificultades que enfrentan
las personas ante ellos. En definitiva,
tanto las organizaciones como la literatura pasan por alto el proceso que
implica que las personas acepten y hagan como propios los cambios, y no reparan
en la angustia que para ellas significa
poner en tela de juicios sus hábitos, comportamientos, creencias y forma
de ser y actuar, al romper el status quo
y enfrentarlos ante los Desafíos Adaptativos.
La buena noticia es que si las organizaciones
logran afrontar el Desafío Adaptativo de manera exitosa, éste se transforma en
un motor capaz de convertirlas
en sobresalientes, pues el aprendizaje
continuo al que se invita con el Desafío Adaptativo se convierte, en el largo
plazo, en una ventaja competitiva sustentable. Si bien esto no es sencillo,
existe otro motor que lo apoya y sustenta, y que se encarga de ver las pérdidas
y temores que sufren las personas: el Liderazgo.
LIDERAZGO
Afortunadamente, esta visión ha ido cambiando
y son varios las estudiosos que se han dado cuenta que el Liderazgo no es una
virtud, condición o cualidad que algunos individuos poseen, sino que es una actividad; una actividad a la
cual cada uno de nosotros estamos llamados a ejercer, no importando la posición
que tengamos dentro de la organización.
Esto nos lleva a hacer una distinción entre “Líder habitual o heroico”
y quien “ejerce Liderazgo”, pues el primero ha sido mal utilizado y
manipulado, sirviendo más para confundir que para aclarar el concepto.
Definiremos
entonces Liderazgo, como la actividad
de movilizar a un grupo de personas, en escenarios de incertidumbre, para
que enfrenten problemas difíciles, y que generen el cambio que la organización
necesita. Pero esto sólo es posible en la medida que las personas se hagan
cargo del problema y responsables de su solución.
Así, el Liderazgo es la actividad que surge de la
necesidad que alguien promueva y “promocione” el Desafío Adaptativo (los cambios y adaptaciones que la
organización necesita). Es decir, si las organizaciones no tuviesen que cambiar
ni enfrentar problemas difíciles, no se requeriría de Liderazgo, sino tan solo
de una Autoridad que ordenase lo que ya se sabe que hay que hacer para
solucionar el problema (problema técnico).
Esto nos
sirve como base para comprender por qué cuesta tanto que dentro de las
organizaciones existan personas dispuestas a ejercer Liderazgo (produciendo,
así, la anteriormente mencionada “Crisis de Liderazgo” que enfrentan las
organizaciones). Como éste está para mover la organización hacia el Desafío
Adaptativo, implica ir contra la corriente y correr muchos riesgos, pues a nadie
le gusta que cuestionen sus hábitos, conductas y valores. Y eso es,
precisamente, lo que debe hacer quien pretende ejercer liderazgo, de modo de
enfrentar exitosamente los desafíos adaptativos. De cierta manera, ejercer
Liderazgo es “decepcionar” a otros al no satisfacer sus deseos de
mantener el status quo y lo conocido.
Para ilustrar esto, imaginemos a un tipo de 25 años
que no tiene intenciones de trabajar aún, y le basta con la “mesada” que le da
el padre. Si el padre continúa dándole “mesada”, mantendrá el status quo y la
comodidad de su hijo. Pero si de un día
para a otro deja de dársela, de cierta manera lo estará decepcionando, pero al
mismo tiempo, le pondrá presión, traspasándole la responsabilidad de buscar su
propio sustento por sus propios medios. ¡Eso es ejercer liderazgo! El padre,
con esa acción, moviliza a su hijo a que cambie sus hábitos, valores y
comportamiento, llevándolo a buscar
trabajo y ser autosuficiente.
Una de las mayores dificultades de ejercer
Liderazgo es que los miembros de las organizaciones esperan que la Autoridad los proteja de las amenazas y
de la incertidumbre, no que cuestionen sus comportamientos, hábitos o valores.
Las personas suelen basarse en la descripción habitual de un “líder heroico”,
esperando que la autoridad o el “líder” de turno, les de las respuestas fáciles
a los problemas adaptativos, y les de la dirección y la protección que de ella
esperan, para no tener que enfrentar el Desafío Adaptativo.
Sin embargo, si el escenario es nuevo y las
soluciones no son conocidas, ¿por qué quien está como autoridad o “líder”
tendría que tener las respuestas, siendo que éste es un mero ser humano más
dentro de la organización? Además, si finalmente la autoridad o “líder”
decidiera hacerse cargo de todo por su cuenta, ¿cómo lograría entonces que las
personas cambiaran su comportamiento, conductas, hábitos y valores? ¿Lograría, así, que las personas se hicieran
parte del problema y responsables de la solución? ¿Lograría el padre que su hijo cambiara su
conducta si le siguiera proporcionando un estado de comodidad? ¿Incentivaría o
promocionaría el “líder” la creatividad, si él se hiciera cargo de buscar todas
las respuestas o soluciones?
El ejercicio simple de agrupar a las
personas en torno a la visión que proporciona el “líder habitual”, las priva
del trabajo que ellas deben hacer. En
esta situación, las personas se hacen dependientes.
Es como esperar que un padre siempre
resuelva los problemas a sus hijos, no permitiendo que ellos maduren,
progresen, y se hagan responsables de sus propios problemas. Si el Liderazgo
consistiera solamente en dar buenas noticias a la gente, la tarea sería fácil y
todos querrían ejercerla.
Luego, así como el “líder habitual o
heroico” está condenado a concentrar sobre sus hombros toda la responsabilidad,
y en muchos casos también las tareas, el ejercicio de un Liderazgo “efectivo”
involucra a todos los miembros de la organización, haciéndolos responsables
individual y colectivamente, tanto de los problemas, como de las soluciones.
Sin embargo, todo esto hace que ejercer
Liderazgo sea vivir peligrosamente, porque cuando alguien lo ejerce, cuando
conduce a las personas a través de un cambio difícil, desafía lo que ellas más
aprecian: su comodidad, sus hábitos cotidianos, sus herramientas, sus lealtades
y su manera de pensar, quizá sin poder ofrecerles otra cosa que una
posibilidad. Las personas se echan para
atrás cuando ven alterado el equilibrio personal y organizacional que ellas
conocen, y se resisten de maneras creativas e inesperadas que pueden apartar,
excluir, debilitar, o incluso eliminar
de la escena a quien está pretendiendo ejercer Liderazgo.
Entonces, si ejercer liderazgo es tan
complicado, ¿por qué habría personas dispuestas a ejercerlo, por qué habría
personas dispuestas a correr los riesgos que éste trae consigo? La respuesta
está en el sentido de propósito que estas personas tienen. Ven en la ejecución
del Liderazgo una posibilidad real de ser un aporte, tanto para la organización
como para las personas. Tienen una certeza personal de que los cambios son
necesarios para el bien común, para la vida o para la sobrevivencia de la
organización. Ven que su rol, al
decidir ejercer liderazgo, es
interpretar las señales para descubrir un camino e indicárselo al resto de la
organización. Pues sólo cuando logre que se vea el problema y que los demás
acepten que éste existe, recién ahí podrá ir comprometiéndolos, paulatinamente,
en la necesidad de trabajar y construir juntos una solución frente a los
Desafíos Adaptativos. Esto hace que la acción de ejercer liderazgo sea un motor para crear organizaciones
sobresalientes.
Ahora, al ser una decisión personal, la
ejecución del ejercicio del Liderazgo requiere de personas que tengan un alto
grado de autogestión o “liderazgo personal”, pues nadie entrega lo que no
tiene. En este sentido, es muy difícil, por no decir imposible, pretender
ejercer Liderazgo sin tener una desarrollada la Gestión de sí mismo.
GESTION DE SI MISMO
Si bien he dicho
que todos, de una u otra manera, estamos llamados a ejercer Liderazgo, no
importando si se es Presidente, Gerente General, Jefe de Ventas, secretaria,
contador, abogado, o el guardia de la organización, también he
indicado que es una actividad riesgosa y difícil, lo que conlleva a que muy
pocos estén dispuestos a realizarla, transformándola en una decisión personal.
Asimismo, también he manifestado que llevarla a cabo puede traer muchas
satisfacciones, pues los beneficios, tanto para quien lo ejerce como para los
demás, son inestimables, lo cual amerita cualquier riesgo o dificultad.
Pero como nadie
“entrega” lo que no tiene, para poder ejercer un Liderazgo de manera efectiva,
el primer paso es Gestionarse a sí
mismo. Muchos autores denominan
este concepto como Liderazgo Personal, Autoliderazgo o Automaestría. Más que el
nombre, lo que importa es el fondo detrás de éste.
Luego, ¿qué es
entonces Liderazgo Personal o Gestión de sí mismo?
Basándome en la
definición de Liderazgo que describí en
el apartado anterior, podemos construir una definición para Liderazgo Personal
o Gestión de sí mismo de la siguiente manera:
Recordemos que
Liderazgo implica,
1.- Movilizar a un grupo de personas… Para el caso de la Gestión de Sí Mismo, la
persona que se debe movilizar y el “líder” son el mismo individuo. Luego,
nuestra Gestión de sí mismo implica tener la capacidad de tomar lo mejor de
uno, movilizando y poniendo en acción nuestros talentos, habilidades y
características personales en pos de alcanzar nuestro propio crecimiento
personal.
2.- …en escenarios de incertidumbres, para
que enfrenten problemas difíciles… La vida misma ya es incierta y
está llena de problemas difíciles a los cuales nos vemos enfrentados a diario.
Luego, son nuestros problemas personales y profesionales inciertos, los que por
medio de nuestra Gestión de nosotros mismos debemos ser capaces de resolver.
3.- … y que generen el cambio que la
organización necesita…
Obviamente, para el caso de la Gestión de sí mismo, la organización es Uno. En este sentido, la
organización está compuesta por mi YO Físico, mi YO Mental, y por
mi YO espiritual. Son estos “YOs” los que deben generar el cambio.
4.- … Pero esto sólo es posible en la medida que las personas se hagan cargo
del problema y responsables de su solución… Esta frase, si bien es la última de la
descripción, marca el inicio de la Gestión de sí mismo. Porque en la medida que Uno no se haga cargo de los problemas que lo
aquejan, y responsable de solucionarlos, como nadie los solucionará por Uno, la
Gestión de sí mismo parte por
tomar libremente la decisión de querer hacerlo.
Así, y con estas distinciones, podemos definir que Gestión de sí mismo es:
“Movilizarse Uno
mismo despertando lo mejor de sí, para enfrentar los problemas difíciles en los
escenarios inciertos que nos depara la vida, por medio de generar los cambios
físicos, mentales y espirituales necesarios,
entendiendo que solo Yo, y nadie más que Yo, es responsable de hacerse
cargo de los problemas y de darles soluciones.
Esta
definición tiene casi implícitamente
otro concepto: la Responsabilidad.
La Responsabilidad
de preguntarse ¿cómo quiero vivir la vida?, ¿cómo quiero actuar frente a tal y
cual escenario?, ante tal problema, ¿cómo puedo responder eficazmente ante esa
situación?
La Gestión de sí
mismo, a diferencia de quien no la practica, busca las respuesta dentro de sí mismo; no busca en lo
externo ni en los otros. La Gestión de uno mismo lleva a tomar el control de
las emociones, de los pensamientos, y del cuerpo.
Dentro de una
organización, la diferencia entre el resto de las personas y alguien que práctica la Gestión de sí
mismo, es que ante una misma circunstancia, los primeros responden con frases
tales como: “es que la cultura de la empresa es así; si no fuera por…; siempre
lo hemos hecho así; es que se cayó el sistema; es que mi jefe es un idiota; los
clientes son muy injustos; es culpa de la crisis; etc”.
En cambio, alguien
con Gestión de sí mismo se pregunta: “¿qué puedo hacer para cambiar la cultura
de la empresa?; ¿qué está en mis manos para…; ya que se cayó el sistema, ¿qué
puedo hacer como alternativa?; si mi jefe es un idiota, ¿cuál será la mejor
manera de abordarlo?; ¿qué hago para satisfacer aún más a los clientes?; ¿qué
oportunidades nos trae la crisis?; etc.
De esta manera,
podemos ver que la Gestión de sí mismo es motor,
y yo diría que es el gran motor de partida para generar y crear organizaciones
sobresalientes, pues ésta lleva a la acción. Transforma a las personas en un “Protagonista”, ya que en las circunstancias
más complicadas, toman conciencia que tienen la capacidad de elegir qué van a
ser, y qué van a hacer. Su Ser es
definido desde ellos mismo, no desde la actitud de los otros. En cada fracaso, son capaces de volver la
mirada a sí mismos, sin buscar excusas externas. Las personas que se auto-gestionan
se transforman, así, en pilares de las organizaciones, pues su rol como
“Protagonistas” y la certeza que encuentran dentro de sí mismos, hacen que
otros los sigan y vean en ellos ejemplos a imitar. Ellos no buscan “gestionar”
a otros, se gestionan así mismo para que el resto haga lo mismo.
Personas con
Gestión de sí mismos que tienen superiores o jefes, obviamente no pueden
administrarlos ni dirigirlos, pero sí pueden entenderlos, persuadirlos, motivarlos,
perturbarlos, influenciarlos, perdonarlos o, simplemente, ofrecerles un ejemplo
de cómo comportarse. En este sentido, personas con Gestión de sí
mismo son capaces de ejercer
Liderazgo a pesar de las dificultades que esta actividad o proceso
pueda traer consigo. Tienen un sentido
de propósito capaz de transmitir a otros, transformándolo en un sentido de
propósito organizacional, logrando que las personas se movilicen y se hagan
parte del problema y responsables de la solución. Tienen un enfoque apreciativo, que consiste
en mirar a las personas y a la vida desde una perspectiva positiva, y desde una
nueva formar de conversar.
Conclusión
Para construir Organizaciones Sobresalientes, se requiere de tres motores
que las impulsen y llevan a ello:
Personas capaces de Gestionarse a sí Mismas,
despertando en ellas las necesidad de generar un sentido de propósito superior que
las impulse a Ejercer Liderazgo.
Ello no es otra cosa que movilizar a
las personas en escenarios de incertidumbre, donde las respuestas no son
conocidas, haciéndolos responsables de los problemas y de encontrar las
soluciones de manera individual y colectiva, enfrentando de la mejor manera
posible, los Desafíos Adaptativos
que los nuevos cambios traen consigo para las personas y las organizaciones.
Finalmente, el combustible que alimenta
a estos motores es el tipo de conversaciones
que ellos promueven: un diálogo basado en el Escuchar más allá de lo que se
dice, y enfocado en lo constructivo y positivo, observando con desde una
perspectiva apreciativa y basado y sostenido en la Confianza.
2 comentarios:
¡Excelente artículo! Me ayudó un montón. Muchas gracias
Qué bueno Mich! Me alegro.
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