Frases

“No se cambian las cosas combatiendo la realidad actual. Para cambiar algo, es necesario crear un nuevo modelo, uno distinto que haga que el actual modelo quede obsoleto".

Richard Buckminster Fuller

jueves, 10 de mayo de 2012

Algo sobre la Exigencia

Vivimos en un mundo donde tanto la Exigencia como la Competencia se han apoderado, no solo del mercado y el mundo empresarial y organizacional, sino que con ellas, se han arrastrado de forma lamentable a la educación, a las relaciones, sobretodo las de pareja, y  a la relación con sí mismo.
Preguntar qué es primero si la Exigencia o la Competencia, la verdad no tiene mayor importancia, más bien el foco en cómo ambas están construyendo un mundo en cual la mayoría de la gente no quiere vivir, y sin embargo ese deseo no basta para hacer un cambio.
La Exigencia a priori, no es ni buena ni mala, sino como todo, tiene su lado de luz y de sombra. En su luz, conduce a la Excelencia, cuando se tiene plena conciencia, tanto de las fortalezas, talentos y recursos personales, como los de con quienes compartimos a diario. Y en su sombra, conduce a la Tortura, al exigirse o exigir a otros más allá de sus verdaderas fortalezas, talentos y capacidades.
Así, por ejemplo, un padre puede querer que su hijo sea un gran pianista, entonces desde niño lo pone en clases de piano, y tal vez punta de esfuerzo, estudio, disciplina, el niño a cabo de 20 años, llegue a ser un gran pianista. La pregunta que cabe aquí, ¿ese niño quería ser pianista? De no haber querido, ¿habrá disfrutado del proceso?, y ahora de adulto, ¿disfrutará de tocar el piano, o ya no querrá saber nada más de él?
Alguien podría decir al ver tocar al niño, “se nota que este niño tiene fortalezas y talento para tocar el piano”. Sería una fortaleza si ese niño gozara de tocar el piano, y por lo tanto hacerlo, sería un agrado para él. En cambio, si no le gustara, por más bien que lo haga, para él tocar el piano no sería una fortaleza, pues al hacerlo sentirá un sensación de tortura emocional.
Y por fortalezas, se entiende toda actividad que al desempeñarlas nos brindan esa sensación de perdernos en el tiempo y el espacio debido al disfrute que nos generan.
Luego, quienes dirigen organizaciones, si quieren llegar a la Excelencia, deber exigir a sus miembros a que desarrollen y desempeñen sus verdaderas fortalezas y talentos, no las que se les impone y/o espera. Cuando alguien opera aplicando sus verdaderas fortalezas, su desempeño es del más alto nivel, y por ende su productividad alta.
¿Qué tiene que ver esto con las relaciones y la educación? Bueno, la Exigencia está tan enraizada en la sociedad, que no es transparente y caemos automáticamente en el juicio que la “vida es así”. Entonces, sin darnos cuentas, comenzamos a exigirle a la pareja, a los amigos, a los hijos, a los padres, etc, que hagan algo para lo cual ellos no tengan, ni las fortalezas ni los recursos internos para lograrlo.
Un caso sencillo para ejemplificar esto: la polola que le exige al pololo “tronco” a bailar salsa, no siendo consciente que lo más probable para él, es que bailar sea una tortura.  Puede ser que el tipo alga el esfuerzo “por amor”, pero a la larga, todo aquello que implica un esfuerzo tortuoso, genera resentimiento, y probablemente, finalice con el quiebre de la relación.
En educación, lo mismo. En la sociedad está tan metido el juicio que  para ser “exitoso” y “alguien en la vida”, como mínimo hay que Universitario, que no solo los colegios se han vuelto más exigentes (producto de la competencia), sino que los mismos padres, con la mejor de sus intenciones, transmiten esa exigencia a sus hijos, y hoy, vemos niños que ya ni siquiera tienen los fines de semana para jugar, pues los tiene encerrados “estudiando”.
¿Qué pasa si una niña tiene talentos y por ende fortalezas para la danza u otra disciplina artística, como ésta no estas no son carreras “políticamente tradicionales y correctas”, vamos a someter a esa niña a la tortura de querer aprender sobre química o matemáticas, para que con los años genere un resentimiento con sus padres?
La Exigencia es tan “maldita”, que al igual que VIH que muta para poder intervenir, ésta se camufla de “buena” para operar.  
Para ilustrar esto último, me voy a exponer Yo mismo, que me las doy de poco exigente y que ando hablando de soltar los “Debes, Deberías, Tienes qué” para tan solo Ser, o del desapego emocional, o de aprender a vivir en Confianza, muchas veces  me pillo exigiendo a los demás en ciertas situaciones.  Por ejemplo, tuve una relación amorosa con una niña que vivía mucho desde la desconfianza y que andaba en búsqueda de aprender a no ser emocionalmente dependiente de sus parejas, producto de sus otras relaciones. Entonces, yo con la mejor intención de querer “ayudarla” a en ese camino, no le decía que la echaba de menos, la llamaba poco por teléfono, o no demostraba mucho cariño, lo que llevó a que ella comenzara a desconfiar, lo que produjo una discusión entre los dos, y ahí, mi exigencia camuflada de “buena”, me llevó a decirle que su desconfianza no era problema mío, sino algo que ella debía trabajar: eso, es Exigencia Tortuosa, cuando en realidad pude preguntarle directamente qué necesitaba ella para poder construir confianza entre nosotros, y desde ahí, entender sus competencias y cualidades para aprender a vivir desde la confianza. Y por el contrario, yo mismo generé un espacio de mayor incertidumbre, que para alguien que vive desde la desconfianza, pasa a ser una gran tortura.
Es tanto lo que se aprende al relacionarnos con otros; me refiero a tanto se aprende de uno mismo, y cada día me doy más cuenta que todo lo que pasa a mi alrededor es porque yo mismo lo he provocado, para bien o para mal, y que por lo tanto, soy yo el responsable de mantener lo bueno, cambiar lo malo, pero entendiendo que yo mismo tengo fortalezas y talentos para actuar de cierta forma, y que tampoco debo torturarme exigiendo más allá de los recursos internos con los que hoy cuento.