Frases

“No se cambian las cosas combatiendo la realidad actual. Para cambiar algo, es necesario crear un nuevo modelo, uno distinto que haga que el actual modelo quede obsoleto".

Richard Buckminster Fuller

viernes, 28 de octubre de 2011

No caer en la trampa de no pedir ayuda

El miércoles pasado, una amiga se encontraba bien acongojada por una serie de problemas, ante lo cuál le pregunté,"¿a quién puedes pedir ayuda?
Su respuesta fue tajante, "a nadie, no quiero deberle favores a nadie porque la gente no hace un favor sin esperar algo a cambio".
Y le respondí, "entonces cuando tu hacer un favor, esperas algo a cambio..."     ...el Silencio se hizo presente.

Este breve diálogo me generó profunda tristeza, pues me fue fácil imaginar la nula capacidad de encontrar posibilidades que ella tiene con su juicio que las personas dan favores a cambio de algo, y no puedo invalidarlo, pues seguramente, está fundado por sus experiencias vividas, lo cual más tristeza me provocó.

Luego, quise hacer un pequeño quiz en Facebook y postié lo siguiente:
"Quién no pide ayuda, a la larga si afortunadamente no se hunde, de todos modos queda solo(a)... ...¿cuáles son los juicios y/o creencias que te impiden pedir ayudar cuando lo necesitas?"
Y afortunadamente, el post tuvo varios comentarios:

- Creerme autosuficiente y "super woman" y jurar q todo lo puedo resolver a mi modo.

orgullo en demasía, autosuficiencia mal entendida, o una simple actitud de no querer involucrar a más personas o pensar que de esa forma una se está victimizando....
Aveces por cansancio de tantos oídos sordos ...  ...son muy pocos los que quedan en los momentos dificiles ... ...y escuchan.
- Algo anterior a eso, es no reconocer que en realidad existe la posibilidad de que necesite ayuda.
Pensar que si pides ayuda tendrán que pagar el favor algunas veces limita a algunas personas...  
La sensación de sentirme traicionado es peor que la propia soledad. A fin de cuentas estando solo no tengo más a quién responsabilizar sino a mi mismo. Por otra parte, soy tan crítico de los demás y tan poco crítico de mi mismo, que pretendo creer que puedo hacer las cosas mejor que los demás; solo que por pensar así no cumplo a tiempo con mis obligaciones. 
En mi caso no hay juicio...si no que una creencia tipo "chip" incrustado por mi madre....con el discurso eterno de que uno está solo en este mundo...que hay que valerse por si mismo ...y que no hay que "molestar" .....por suerte ya aprendí la lección...(a palos) y ahora, si necesito algo...pido ayuda...quizás el favor concedido no se le devuelve a la misma persona...pero como este mundo es redondito...en algún minuto uno se encuentra haciéndole el mismo favor a alguien que lo necesita....
- El interás de explorar nuestros límites.
Más que "Ayuda" creo que debemos pedir "Apoyo", y lo que me impide pedirlo es mi orgullo y arrogancia.
Ahora que he estado en otro país, donde no conozco y es todo nuevo, he aprendido a decir "help me", y he encontrado a muy buenas personas dispuestas a extender su mano sin pedir nada a cambio, es reconfortante no sentirte solo cuando crees que lo estas, y saber que hay personas que al igual que tu tienen la necesidad del otro, y no con algo material si no una palabra, una sonrisa o simplemente compañía.

Si nos damos cuenta, mi amiga no está tan "sola" respecto a sus creencia (juicio), pues lamentablemente, vivimos bajo el paradigma de ser Perfectos, Exigentes (por ende la Autoexigentes), Autosuficientes, y todo para ser 
el Mejor, y así, nos llenamos de "Deberías" desgastantes, atemorizantes, paralizadores, y lo que es peor, cerradores de posibilidades.

Mi objetivo con esto, es mostrar que creer que no se necesita a nadie más para salir adelante, es parte de ser un buen auto-líder, y que por el contrario, pedir ayuda, es mostrar debilidad, falta de autogestión, y símbolo de fracaso. Bueno, ¡eso es una trampa!

Pedir ayuda es parte del hacerse cargo de uno mismo, tomando conciencia que uno por sí solo, no tiene todas las respuestas, ni menos es conocedor de la Verdad. Tomar conciencia que no se es propietario de todos los talentos ni de todas las habilidades, y por ende, físicamente e intelectualmente, se tiene límites.

Lo que no tienes límite alguno, si es que así se quiere, es nuestra determinación de querer ver más allá de nuestras propias creencias y juicios, desafiándonos a buscar otras posibilidades que nos muestren nuevas luces.


Entonces, pedir ayuda, es una gran herramienta para volvernos poderosos, entendiendo al Poder como la capacidad de aumentan nuestro espectro de posibilidades y por ende de acciones.

Al igual que un martillo es una herramienta para pegar un clavo, el pedir ayuda es una gran herramienta para "martillar" nuestros juicios y creencias, y al partirlos, puedan aparecer nuevas oportunidades.

Respecto de que el otro espera algo a cambio, por un lado, puede que sea así, y eso también es un juicio. 
Sin embargo, el otro lado de la misma moneda, es que cuando pedimos ayuda, hacemos sentir al otro importante, le demostramos que valoramos sus cualidades, y eso, a mi juicio, es la mejor de vuelta de favor.

Entonces, no caigamos en la trampa, no seamos esclavos de la Arrogancia y del falso Orgullo, que son las corazas de la victimización.


Y finalmente, cuando se pide ayuda, también se crean compromisos, y el cumplir los compromisos, es la base para la generación de Confianza.


Entonces, ¿ven todos los beneficios que tiene el Pedir Ayuda?

viernes, 14 de octubre de 2011

Siete recomendaciones para ayudarte a trascender al ego y la vanidad.


He aquí siete recomendaciones para ayudarte a trascender esas arraigadas ideas de la vanidad.

Todas ellas están destinadas a evitar que te identifiques en una clave falsa con el ego y la vanidad.


1. No te sientas ofendido.          La conducta de los demás no es razón para quedarte inmovilizado. Lo que te ofende sólo contribuye a debilitarte. Si buscas ocasiones para sentirte ofendido, las encontrarás cada dos por tres. Es tu ego en plena acción, convenciéndote de que el mundo no debería ser como es. Pero puedes convertirte en degustador de la vida y corresponderte con el Espíritu universal de la Creación. No puedes alcanzar la fuerza de la intención sintiéndote ofendido. Por supuesto, actúa para erradicar los horrores del mundo, que emanan de la identificación masiva con el ego, pero vive en paz. Como nos recuerda A Course in Miracles [Curso de milagros]: «La paz es de Dios; quienes formáis parte de Dios no estáis a gusto salvo en su paz». Sentirse ofendido crea la misma energía destructiva que te ofendió y que lleva al ataque, al contraataque y a la guerra.

2. Libérate de la necesidad de ganar.        Al ego le encanta dividirnos entre ganadores y perdedores. Empeñarte en ganar es un método infalible para evitar el contacto consciente con la intención. ¿Por qué? Porque, en última instancia, es imposible ganar todo el tiempo.
Siempre habrá alguien más rápido, más joven, más fuerte, más listo y con más suerte que tú, y siempre volverás a sentirte insignificante y despreciable. Tú no eres tus victorias. Puede que te guste la competición y que te diviertas en un mundo en el que ganar lo es todo, pero no tienes por qué estar allí con tus pensamientos. No existen perdedores en un mundo en el que todos compartimos la misma fuente de energía. Lo más que puedes decir es que en determinado día rendiste a cierto nivel en comparación con el nivel de otras personas ese mismo día.
Pero hoy es otro día, y hay que tener en cuenta otros competidores y otras circunstancias. Tú sigues siendo la presencia infinita en un cuerpo que es un día una década mayor. Olvídate de la necesidad de ganar no aceptando que lo opuesto de ganar es perder. Ese es el miedo del ego. Si tu cuerpo no rinde para ganar ese día, sencillamente no importa, si no te identificas exclusivamente con tu ego. Adopta el papel de observador, mira y disfrútalo todo sin necesitar ganar un trofeo. Vive en paz, correspóndete con la energía de la intención e, irónicamente, aunque apenas lo notes, en tu vida surgirán más victorias a medida que dejes de ir tras ellas.

3. Libérate de la necesidad de tener razón.       El ego es fuente de conflictos y disensiones porque te empuja a hacer que los demás se equivoquen. Cuando eres hostil, te has desconectado de la fuerza de la intención. El Espíritu creativo es bondadoso, cariñoso y receptivo, y está libre de ira, resentimiento y amargura. Olvidarse de la necesidad de tener siempre razón en las discusiones y las relaciones es como decirle al ego: «No soy tu esclavo. Quiero abrazar la bondad y rechazo tu necesidad de tener razón. Aún más; voy a ofrecerle a esta persona la posibilidad de que se sienta mejor diciéndole que tiene razón y darle las gracias por haberme encaminado hacia la verdad». Cuando te olvidas de la necesidad de tener razón puedes fortalecer la conexión con la fuerza de la intención, pero ten en cuenta que el ego es un combatiente muy resuelto. He visto personas dispuestas a morir antes que dejar de tener razón. He visto cómo acababan relaciones
maravillosas por la necesidad de ciertas personas de llevar siempre la razón. Te propongo que te olvides de esta necesidad impulsada por el ego parándote en medio de una discusión para preguntarte: «¿Qué quiero? ¿Ser feliz o tener razón?». Cuando eliges el modo feliz, cariñoso y espiritual, se fortalece tu conexión con la intención. En última instancia, estos momentos expanden tu nueva conexión con la fuerza de la intención. La Fuente universal empezará a colaborar contigo en la creación de la vida que la intención quiere que lleves.

4. Libérate de la necesidad de ser superior.      La verdadera nobleza no tiene nada que ver con ser mejor que los demás. Se trata de ser mejor de lo que eras antes. Céntrate en tu crecimiento, con constante conciencia de que no hay nadie mejor que nadie en este planeta. Todos emanamos de la misma fuerza vital. Todos tenemos la misión de cumplir la esencia para la que estamos destinados, y tenemos cuanto necesitamos para cumplir ese destino. Nada de esto es posible cuando te consideras superior a los demás. No por viejo es menos cierto este dicho: Todos somos iguales ante los ojos de Dios. Olvídate de la necesidad de sentirte superior al ver a Dios revelándose en todos. No valores a los demás basándote en su aspecto, sus logros, posesiones y
otros baremos impuestos por el ego. Cuando proyectas sentimientos de superioridad, eso es lo que te devuelven, y te lleva al resentimiento y en última instancia a sentimientos de hostilidad. Estos sentimientos se convierten en el vehículo que te aleja de la intención. A Course in Miracles habla de esa necesidad de ser especial y superior: «El sentirse especial siempre establece  comparaciones. Se produce por una carencia que se ve en el otro y que se mantiene buscando y no  perdiendo de vista las carencias que puede percibir».

5. Libérate de la necesidad de tener más.      El mantra del ego es más. Por mucho que logres o adquieras, tu ego insistirá en que no es suficiente. Te verás luchando continuamente y eliminarás la posibilidad de alcanzar la meta, pero en realidad ya la has alcanzado, y es asunto tuyo decidir cómo utilizar el momento presente de tu vida. Irónicamente, cuando dejas de necesitar más, parece como si te llegara más de lo que deseas. Como estás desapegado de esa necesidad, te
resulta más fácil transmitírselo a los demás, porque te das cuenta de lo poco que necesitas para sentirte satisfecho y en paz. La Fuente universal está satisfecha de sí misma, en continua expansión y creando nueva vida, sin intentar jamás aferrarse a sus creaciones por sus recursos egoístas. Crea y se desliga. Cuando te desligas de la necesidad del ego de tener más, te unificas con la fuente. Creas, atraes lo que deseas hacia ti y te desligas, sin exigir que se te presente nada más. Si valoras todo lo que surge, aprendes la gran lección que nos dio san Francisca de Asís: «... es dar cuando recibimos». Al permitir que la abundancia fluya hasta ti y a través de ti, estableces correspondencia con la Fuente y aseguras que esa energía siga fluyendo.

6. Libérate de la necesidad de identificarte con tus logros.      Puede resultar un concepto difícil si piensas que tú y tus logros sois lo mismo. Dios escribe toda la música, Dios canta todas las canciones, Dios construye todos los edificios. Dios es la fuente de todos tus logros. Y ya oigo las protestas de tu ego, pero sigue sintonizado con esta idea. Todo emana de la Fuente.
¡Tú y tu Fuente sois uno y lo mismo!
No eres ese cuerpo y sus logros. Eres el observador Fíjate en todo y agradece las capacidades que te han sido concedidas, la motivación para lograr cosas y las cosas que has acumulado, pero atribúyele todo el mérito a la fuerza de la intención que te dio la existencia y de la que formas parte materializada. Cuanto menos necesites atribuirte el mérito de tus logros más conectado estarás con las siete caras de la intención, más libre serás de conseguir cosas, que te surgirán con más frecuencia. Cuando te apegas a esos logros y crees que lo estás consiguiendo tú solo es cuando abandonas la paz y la gratitud de tu Fuente.

7. Libérate de tu fama.        La fama que tienes no está localizada en ti, sino en la mente de los demás y, por consiguiente, no ejerces ningún control sobre ella. Si hablas con treinta personas, tendrás treinta famas distintas. Conectarse a la intención significa escuchar los dictados de tu corazón y actuar basándote en lo que tu voz interior te dice que es tu meta aquí. Si te preocupas demasiado por cómo te van a percibir los demás, te habrás desconectado de la intención y permitido que te guíen las opiniones de los demás. Así funciona el ego. Es una ilusión que se alza entre ti y la Fuerza de la intención. No hay nada que no puedas hacer, a menos que te desconectes de la fuerza y te convenzas de que tu meta consiste en demostrarles a los demás tu superioridad y autoridad y dediques tu energía a intentar ganar una fama extraordinaria entre el ego de los demás. Haz lo que haces según  la orientación de tu voz interior, siempre conectada con tu Fuente y agradecida a ella. Mantén tu propósito, deslígate de los resultados y acepta la responsabilidad de lo que reside en tí: tu carácter. Deja que otros discutan sobre tu fama; no tiene nada que ver contigo.

¡Lo que pienses de mí no es asunto mío!

Extracto del libro "El poder de la intención" de Wayne Dyer