Es un materia que resume información basada en los trabajos de Fernando Flores, Alexander Berlongui, y del libro Ontología del Lenguaje de Rafael Echeverría, más mi propia experiencia en el tema.
SOBRE LOS JUICIOS
Descripción
Concepto
Cada vez que
alguien emite una opinión sobe cualquier situación, persona, acción o
acontecimiento, emite un juicio. Todo juicio se hace cargo del futuro. Los
juicios a la vez que necesarios, son tremendamente delicados. Ellos,
dependiendo de quién y cómo se emiten, ante los mismos hechos, nos abren o nos
cierran posibilidades. Si tenemos el juicio que la dirección que alguien
imprime a la organización está bien encaminada, estaremos dispuestos a apoyar y
a colaborar y tendremos expectativas positivas respecto de los resultados; por
el contrario si juzgamos que la dirección en que estamos siendo conducidos no
es adecuada, estaremos resistentes y pensaremos en opciones para cambiar de
posición o de situación. No por casualidad todos experimentamos una cierta
aprehensión cuando nos sentimos “evaluados” en público o en privado, en voz
alta o en silencio, con nosotros presentes o ausentes, o incluso cuando se
emiten opiniones o juicios sobre asuntos sobre los que estamos comprometidos.
Si el candidato de nuestra preferencia es juzgado negativamente por otros,
sentimos cierta aprehensión. La persona que emite el juicio estará orientando
su acción a un futuro distinto al que a mí me compromete, por ejemplo.
Escuchar juicios
de otras personas, muy especialmente si esos juicios se refieren a nuestras
acciones o a nuestra persona, requiere cierta habilidad. No nos peleamos por
los hechos, nos peleamos por los juicios, por las opiniones, por las
interpretaciones. Cada vez que alguien emite un juicio, abre o cierra
posibilidades en el futuro. Cada vez que alguien emite un juicio hace más o
menos posible un determinado futuro.
Sin embargo,
emitimos opiniones y sabemos que otras personas pueden y seguramente tendrán
opiniones muy distintas sobre las mismas situaciones. Unas pensarán que el
proyecto es un buen proyecto, mientras que otras pensarán que no lo es tanto.
Unas pensarán que nuestro trabajo es bueno y otras pensarán que no lo es tanto.
Por tanto los juicios no son ni verdaderos ni falsos, ya que distintas personas
pueden tener distintos juicios y ver las cosas de muy distinta manera. Pero no
todos los juicios son iguales en su calidad: Hay juicios fundados o con
fundamentos y hay juicios infundados o sin suficiente fundamento. Sabemos sin
embargo que dos personas pueden tener juicios fundados sobre una misma
situación que apunten en direcciones distintas. Así que pelearse por las
opiniones o por los juicios carece de sentido y es totalmente contraproducente.
Así que escuchar
juicios, recibirlos también es una actividad que requiere un propósito.
Escuchar los juicios que las personas hacemos constantemente sobre cualquier
cosa, no solo resulta inútil y desgastante, sino que puede ser corrosivo.
Imaginemos un mundo en el que la conversación privada de juicios que todos
tenemos por dentro fuera escuchable en altos parlantes por todo el mundo. Sería
un mundo lleno de conflictos y distracciones inútiles. Escucho juicios, recibo
una evaluación, escucho la opinión de otras personas para hacerme cargo de
alguna situación, para superar un problema encontrar las acciones adecuadas
para perseguir un determinado propósito. Así como es necesario preguntarse si
hacer esto o aquel juicio tiene un propósito, igualmente es necesario preguntarse
si escucharlos tiene un propósito. Aprender a escuchar juicios es aprender a
escuchar la manera como otras personas observan las mismas situaciones,
aprender a ver otros puntos de vista, incluso sobre nosotros y nuestras
acciones en el mundo.
La habilidad de
recibir o escuchar juicios descansa sobre la habilidad para distinguir los
juicios de las afirmaciones, para distinguir las opiniones de la manera
como las cosas son. Una parte importante del origen de nuestra aprehensión en
la conversación de juicios está en nuestra tendencia a tratar a los juicios
como si fueran afirmaciones. Cuando emitimos juicios hablamos mucho más de
nosotros mismos, de nuestra manera particular de ver las cosas, que de aquello
que juzgamos. Cuando escuchamos juicios de otros sabremos mucho más de quién
los emite, de su manera de relacionarse con el mundo y con nosotros mismos, que
de aquello que está siendo juzgado. Cuando tenemos la habilidad de escuchar los
juicios de otros sabemos diferenciar a la persona que los emite de lo que está
siendo juzgado. Sabemos que cuando nos hacemos cargo de los juicios de otros,
nos ocupamos más de esas personas y de su relación con nosotros, que de aquello
juzgado. Sin embargo, sabemos también que la manera como otras personas
observan los acontecimientos y nuestras propias acciones pueden iluminarnos
distintos dominios de actuación y distintas posiciones desde las cuales mirar,
si estas nos resultan convenientes o poderosas.
El que tiene la
habilidad de escuchar juicios cuando los observas, es como si en silencio
estuviera diciendo algo así como:
Escucho tu punto de vista con mucha atención.
Ahora entiendo la manera como ves las cosas
Veré que puedo aprender de lo que me dices
Veré como puedo hacerme cargo de tus inquietudes.
Si tomas en cuenta los siguientes hechos o argumentos,
¿tu opinión sufre algún cambio?
Al mismo tiempo,
el que tiene la habilidad de escuchar juicios, evita la siguiente conversación
privada:
Cómo es posible que pienses eso o que veas las cosas
de esa manera
No te das cuenta que…
No entiendes que…
Estás equivocado por esto y por lo otro.
Conductas Observables
En quienes tienen
la habilidad para recibir juicios o escuchar opiniones de otras personas, se
pueden observar las siguientes conductas de ellos:
Evitan entrar en
emociones o actitudes defensivas.
Evita entrar en
discusiones.
Escuchan con
atención la opinión de otras personas.
Busca aprender
de los juicios de otras personas.
Sabe descartar,
sin incurrir en descalificaciones, las opiniones o juicios que juzga
innecesarios contraproducentes.
No se ofende
fácilmente.
Sabe hacerse
cargo de las inquietudes de otros aunque emitan juicios que en general no
comparte.
Ofrece sus
puntos de vista sin descalificar los puntos de vista de otros.
Busca colocarse
en el lugar de la persona que emite el juicio.
Sabe mantener
sus posiciones, cuando esto es necesario. No actúa buscando aceptación.
Los Juicios
y su relación con el Tiempo
Cuando
formulamos un juicio como, “Jaime es un vendedor eficaz”, ¿qué estamos
haciendo? Veamos este ejemplo detenidamente:
El Presente
Primero estamos
en el presente, emitiendo una opinión acerca de Jaime. Está, por lo tanto, el
acto de emitir el juicio en el presente. Estamos declarando que Jaime es de una
determinada manera.
Este presente
hará de línea de demarcación. La gente que piense en Jaime después de haber
escuchado esta opinión, podría muy bien pensar de él en forma diferente.
Cuando se emiten
juicios acerca de las personas, éstos contribuyen a formar su identidad
personal. Los juicios son un componente importante de la identidad de las
personas. Pero esto no sucede solamente con las personas. Con nuestros juicios
afectamos la identidad de empresas, instituciones, países, etcétera.
El pasado.
Segundo, cuando
emitimos un juicio estamos haciendo una referencia a una experiencia del
pasado. Para decir “Jaime es un Vendedor eficaz” debemos haber visto a Jaime
actuando en un proceso de ventas orador en más de una ocasión. Debemos haber
evaluados los resultados
Esto es
precisamente lo que distingue a los juicios con las otras declaraciones. Cuando
hacemos ciertas declaraciones, el compromiso social implícito involucrado es
que tengamos la autoridad para hacerlas. Sin embargo; cuando emitimos un
juicio, además del compromiso de autoridad, las personas suponen que este
juicio está basado en observaciones de acciones y hechos ejecutados en el
pasado.
Si me preguntan
“¿Ha visto a Jaime Vendiendo?” y yo respondo “No”, la gente naturalmente va a
sospechar de mi juicio. Si preguntan “¿Pero Ud. ha escuchado decir esto de, Jaime
a personas que lo han observado hablar?” y yo respondí nuevamente “No”, podemos
anticipar su respuesta reprobatoria respeto de mí.
Esto muestra que
cuando emitimos un juicio, la gente entiende que nos hemos comprometido a
“fundar” ese juicio, a partir de acciones qué hemos observado en el pasado.
Supondrán que yo he observado a Jaime vendiendo no una, sino probablemente
varias veces. El “fundamento” de los juicios tiene que ver con la forma en que
el pasado “es traído” al presente cuando se emiten juicios.
El futuro.
Tercero, los
juicios también hablan acerca del futuro. Cuando emitimos un juicio estamos
implicando que, sobre la base de acciones observadas en el pasado, se puede
esperar ciertas acciones en el futuro.
Los juicios nos
permiten anticipar lo que puede suceder más adelante. Esta es una de las
funciones que cumplen los juicios, que pone de manifiesto su importancia en la
vida.
Por medio de los
juicios particularmente en el caso de juicios “fundados” podemos entrar al
futuro con menos incertidumbre, con un sentido mayor de seguridad, sabiendo lo
que podemos esperar y, por lo tanto, restringiendo el rango de las posibles
acciones futuras.
Los juicios nos
sirven para diseñar nuestro futuro. Operan como una brújula que nos da un
sentido de dirección respecto de qué nos cabe esperar en el futuro. Nos
permiten anticipar las consecuencias de nuestras acciones o las de otras
personas.
Si tenemos la
responsabilidad de que nuestra empresa realice una presentación de uno de
nuestros nuevos productos a una audiencia y tenemos el juicio de que Jaime es
un Vendedor eficaz, podríamos inclinarnos a confiar en ese juicio y hacer que Jaime
efectúe la presentación. No se lo pediríamos a Pedro, a quien juzgamos un
vendedor novato. Los juicios nos permiten movernos en el futuro de una manera
más efectiva.
A veces
descartamos nuestros juicios porque parecieran no ser tan sólidos como las
afirmaciones y porque siempre involucran la posibilidad de discrepancia. No hay
juicios verdaderos. Oímos decir, por ejemplo, “Pero esto es sólo una opinión”,
como si por identificarla como opinión ella perdiera valor.
No nos damos
cuenta del importante papel de los juicios en nuestras vidas y de cuán útiles
nos resultan para guiamos hacia el futuro.
Por esto es que
los hacemos a cada momento. Los seres humanos somos generadores permanentes de
juicios. Los hacemos todo el tiempo y sobre prácticamente todo lo que
observamos.
Cada vez que
enfrentamos algo nuevo comenzamos a emitir juicios casi automáticamente. Por
ejemplo, cada vez que nos presentan a alguien producimos un sinnúmero de
juicios. O cada vez que llegamos a un nuevo lugar. Somos como máquinas en
permanente emisión de juicios.
Pero la clave
del juicio es el futuro. Si no estuviésemos preocupados del futuro, no habría
necesidad de juicios. ¿A quién le importaría cómo se comportó la gente en e
pasado? ¿A quién le interesaría lo que sucedió bajo circunstancias similares?
Es en cuanto
suponemos que el pasado nos puede guiar hacia el futuro que emitimos juicios.
Emitimos juicios porque el futuro nos inquieta. Los hacemos porque hemos
aprendido (tenemos el juicio) que lo ya acontecido puede ser usado para
iluminarnos en lo que está por venir.
El carácter conservador de los juicios
Debido a su
fuerte relación con el pasado, los juicios, por naturaleza, suelen ser
sumamente conservadores. Están basados en supuestos que requieren ser examinados
con cautela. Cuando emitimos juicios estamos suponiendo que el pasado es un
buen consejero del futuro.
Estamos
suponiendo que, porque algo sucedió una y otra vez en el pasado, podría volver
a pasar en el futuro. Sabemos por experiencia que, muy a menudo, ésta es una
presunción justa. La vida humana está llena de recurrencias, de cosas que pasan
una y otra vez.
Sin embargo,
todos sabemos que el pasado es sólo uno de los factores que deben considerarse
cuando nos ocupamos del futuro. Cualquier cosa que. Haya ocurrido en el pasado
no necesariamente tiene que suceder en el futuro.
Los juicios, el aprendizaje y la innovación
Muchos factores
pueden hacer que el futuro sea muy diferente. Es más, hay dos circunstancias
particulares en las que nosotros mismos, a través de nuestras acciones,
participamos en hacer que el futuro sea diferente ese es el papel del proceso
de aprendizaje y de innovación social.
El aprendizaje
nos permite realizar acciones que no podíamos efectuar en el pasado. Debido a
nuestra capacidad de aprendizaje alguien que en el pasado era muy mal vendedor
puede convertirse en uno muy efectivo en el futuro.
Nuestra
capacidad de aprender nos permite, por lo tanto, desafiar aquellos juicios
acerca de nosotros mismos. La posibilidad de aprendizaje también nos hace estar
abierto a revisar los juicios sobre los demás, dado que si aprendemos del pasado, podemos
modificar nuestro comportamiento.
Además del
aprendizaje, tenemos también la capacidad de inventar nuevas acciones, de
diseñar nuevas recurrencias, de introducir nuevas prácticas. A esta capacidad
la llamamos innovación. Ella nos permite participar en la creación de lo nuevo
en el mundo.
Como el futuro
puede ser diferente del pasado, debemos ser lo suficientemente abiertos como
para tratar nuestros juicios como señales temporales que someteremos a
revisiones constantes.
Esta capacidad
de reexaminar nuestros juicios en forma habitual es una habilidad fundamental
para el diseño estratégico. Cuando hablamos de estrategia nos referimos a una
forma de pensar el futuro y de diseñar nuestras acciones, que toma en cuenta el
hecho de que éste se genera en la interacción con otros y que estos otros pueden
modificar sus juicios y por tanto sus acciones de acuerdo, entre otros
factores, al juicio que ellos tengan sobre los juicios que nosotros podamos
tener sobre ellos.
Cómo se
funda un juicio
Llamamos
fundamento a la forma en que el pasado puede utilizarse para formular juicios
de manera efectiva. Los fundamentos, por lo tanto, conectan las tres instancias
de temporalidad: pasado, presente y futuro.
El futuro es la
clave de los juicios. Formulamos juicios a causa de nuestra preocupación e
inquietud por el futuro. Comenzaremos, por lo tanto, a examinar los efectos del
futuro sobre los fundamentos de nuestros juicios.
Estructura para la fundamentación de los juicios
Dividimos el
proceso de fundar un juicio en cinco elementos básicos:
1. La
inquietud por el futuro: ¿Para Qué?
Siempre emitimos
un juicio “por o para algo”. Siempre visualizamos un futuro en el cual nuestro
juicio abrirá cerrará posibilidades. Según el juicio que formulemos algunas
acciones van a ser posibles, otras no.
Cuando hacemos
juicios de comportamiento, como cuando decimos “Carlos no es responsable” o
“Isabel es una ejecutiva competente”, lo hacemos por una acción que anticipamos
en el futuro. Esta acción futura le da sentido al juicio.
El “por o para
algo” es una dimensión esencial de lo: juicios. Si decimos, por ejemplo, “David
no sabe de computación”, ese juicio será muy diferente si la acción que nos
estamos imaginando es el diseño de una arquitectura de software o el de
conectase a Internet para leer un correo electrónico. El “Para qué”, tiene una
intencionalidad respecto de una acción futura.
2. Los estándares
involucrados
Cada vez que
emitimos un juicio estamos suponiendo que se coteja con un conjunto de
estándares de comportamiento para juzgar el desempeño de los individuos que nos
permiten evaluar la efectividad de sus acciones
Una persona
puede decir “Inés habla perfectamente inglés”, y otra que Inés “machuca el
inglés” no sólo porque sus observaciones de Inés sean distintas, sino también
porque los estándares con los que emiten los juicios son diferentes también.
Sin embargo, no
solamente evaluamos las acciones y el comportamiento de las personas. También
juzgamos su apariencia, juzgamos los días de la semana, las empresas, las
actuaciones de las personas, etcétera. Estos no son juicios de comportamiento.
Podemos decir,
por ejemplo, “José es delgado”, “ayer hizo un lindo día”, “Nos encontramos ante
una situación crítica”. Todos estos son juicios. Los estándares utilizados para
emitir estos juicios provienen de experiencias y tradiciones particulares que
nos dicen qué esperar y por lo tanto, definen las expectativas sociales.
Si el peso de
José es inferior al que se espera normalmente, haremos el juicio de que es
“delgado”. La consideración “lindo día” puede ser muy distinta para personas
que viven en norte del planeta y las que
viven en el trópico.
Como formulamos
juicios en relación a algunos estándares, a menudo se establece una polaridad.
Si nos encontramos frente a una distinción para la cual podemos producir
exactamente la opuesta, podemos sospechar que estamos frente a un juicio.
Distinciones como bueno y malo, rápido y lento, competente e incompetente,
amistoso y hosco, eficaz e ineficaz, hermoso y feo, etcétera, son todas usadas
para emitir juicios.
Los juicios son
históricos, puesto que los estándares que utilizamos para hacerlos cambian con
el tiempo. Lo que considerábamos un médico competente ha cambiado con el
tiempo.
La gente que
tiene que ver con el mundo de los deportes está acostumbrada a ver cómo cambian
los estándares -por ejemplo, cómo un comportamiento considerado sobresaliente
en el pasado, a menudo pasa a ser sólo bueno o incluso regular algunos años
después.
Lo mismo pasa
con los juicios en el mundo artísticos. Los estándares estéticos utilizados
para considerar que algo es bello han cambiado significativamente a través de
la historia. En el mundo de la moda observamos cómo los estándares cambian a
veces en sólo algunos meses.
Aunque a menudo
no se percibe, la mayoría de los estándares son sociales. Suponemos,
generalmente, que como somos nosotros los que formulamos los juicios lo hacemos
de acuerdo a nuestros propios estándares.
En cierto
sentido esto es verdad -los emitimos según estándares que poseemos. Lo que
comúnmente no vemos es que esos estándares no fueron producidos por nosotros
sino que pertenecen a la comunidad y corresponden a algunas circunstancias
históricas concretas.
Cuando juzgamos
que alguien es arrogante, o que algo es excitante, suponemos que somos nosotros
quienes hablamos. Lo estamos haciendo. Pero detrás de nosotros también están
hablando nuestra comunidad y nuestra tradición.
Hemos dicho que
la “mayoría” de los estándares son sociales. Con esto queremos reconocer que, a
veces, ciertas personas se sitúan por sobre o bajo los estándares mantenidos
por sus comunidades y contenidos en sus tradiciones.
Traen con ellos
estándares que no estaban disponibles en su comunidad. Esto es lo que los
líderes y los innovadores hacen a menudo. Napoleón, por ejemplo, es bien
conocido por la introducción de nuevos estándares en la acción militar.
Muchas
innovaciones se generan tan sólo por examinar los estándares existentes y
explorar la posibilidad de establecer otros nuevos.
3. El dominio
de acción donde hacemos el juicio
Cuando emitimos
un juicio, generalmente lo hacemos dentro de un dominio particular de
observación. Cuando evaluamos conductas, estos dominios de observación
corresponden a dominios de acción.
Cuando no
evaluamos comportamiento (tal como “Esta es una oferta atractiva” “Esta es la
pintura más bella de la exhibición”) hablamos sólo de dominios de acción y de
observación.
Hablamos de
dominios cuando podemos identificar áreas estables de intereses en las cuales
especificamos la posibilidad de quiebres recurrentes. La distinción de dominio
no apunta, por lo tanto, hacia una entidad existente. No vemos dominios
alrededor nuestro. Son consensos o convenciones sociales que adoptamos porque
estimamos que nos ayudan a actuar de manera más efectiva.
Esto nos permite
hablar de dominios como “conducir vehículos”, “dirigir reuniones”, “la
familia”, “el trabajo”, etcétera.
Cuando emitimos
un juicio, lo que normalmente hacemos es dictar un veredicto basado en ciertas
observaciones. Este juicio está limitado al dominio particular en el cual se
hicieron las observaciones. Ellas determinan que el juicio sea más o menos
fundado, pero siempre limitado al dominio particular de observación.
Si, por ejemplo,
alguien rompe sistemáticamente sus promesas de devolvernos el dinero que le
hemos prestado, tendremos una buena razón para decir que esa persona no es
confiable en el dominio del financiero.
Sin embargo, a
menudo extendemos nuestros juicios más allá de nuestro dominio de observación.
A partir del juicio de que alguien no es de fiar en asuntos de dinero, podemos
llegar a suponer que esa persona es poco confiable en relación a sus
responsabilidades laborales o de familia.
La
generalización de los juicios carece de fundamento aun cuando el juicio en el
dominio del dinero esté muy bien fundado. Por lo tanto, un factor importante
que tener en cuenta al fundar nuestros juicios es el de confinarlos estrictamente
al dominio de observación desde el cual se han emitido.
4. Fundar el
juicio en base a afirmaciones
Se logra fundar
los juicios al proveer afirmaciones en relación a lo que estamos juzgando.
Cuando disponemos de afirmaciones que nos permiten medir respecto de algún
estándar en un dominio particular de observación, podemos generar un juicio.
Las
afirmaciones, por lo tanto, juegan un importante papel en el proceso de fundar
nuestros juicios. Si no somos capaces de proporcionar afirmaciones, no podemos
fundar nuestros juicios. Cuando se nos pregunta por qué decimos “Isabel es una
ejecutiva competente” y respondemos “Bueno, porque ella tiene un fuerte sentido
del liderazgo y ha producido cambios muy positivos en la empresa”, lo que hemos
hecho hasta ahí es cambiar un juicio por otros. No hemos fundado aún el
primero.
Por el
contrario, si nos preguntan por qué decimos “Catalina es muy competente para
dirigir reuniones” y respondemos: “En las últimas cinco reuniones que ella ha
dirigido, todos los puntos del temario fueron abordados, como muestran los
Informes de la reunión. Esto nunca había sucedido en el pasado” o “Desde que
ella está a cargo de la dirección de estas reuniones su departamento ha estado
ocupando menos tiempo en reuniones obteniendo menos reclamos de sus clientes”,
o “Roberto, Tina y Pablo, quienes también participan en esas reuniones, me han
informado que todos desean que Catalina continúe dirigiéndolos”, tal vez
queramos saber más cerca de esas reuniones antes de respaldar el juicio inicial,
pero debemos reconocer que se escucha de manera diferente cuando introducimos
afirmaciones para fundar nuestros juicios que cuando agregamos nuevos juicios
sobre ellos.
Al introducir
afirmaciones generamos confianza en ese juicio. Ello es un factor importante en
la competencia de fundar juicios.
Dependiendo del
juicio que formulemos, se necesitarán más o menos afirmaciones para fundarlos.
Si decimos “Pamela es delgada” y agregamos “Pesa 15 kilos menos del peso
promedio para su talla y edad”, esa afirmación debería bastar para fundar el
juicio.
Sin embargo,
cuando fundamos juicios de comportamiento, apuntar a una sola instancia y
depender de una sola afirmación podría ser insuficiente. Si digo “No se puede
confiar en la puntualidad de Alberto para llegar a sus citas” y al
preguntárseme por qué, respondo “La última vez que nos reunimos se retrasó
quince minutos”, algunos podrían pensar que esto no es suficiente como para
tomar mi juicio muy en serio.
5. Tratar de
fundar el juicio contrario
La cantidad de
afirmaciones que somos capaces de proveer para fundar un juicio no garantiza
que lo consideremos bien fundado. Podría ocurrir que generemos una cantidad aún
mayor de afirmaciones al intentar fundar el juicio opuesto. Por esa razón,
finalmente recomendamos revisar los fundamentos del juicio contrario al fundar
un determinado juicio.
Por ejemplo, si
queremos fundar el juicio “Pedro no aporta cuando participa en las reuniones”,
debiéramos también examinar los fundamentos del juicio. “Pedro aporta cuando
participa en las reuniones”.
Bien podríamos
descubrir que, aunque produzcamos varias instancias (afirmaciones) en las que
Pedro se ha mostrado que no aporta en las reuniones, ha habido muchas más
instancias en las que ha aportado bastante ¿Podemos decir, con fundamento, que
el juicio “Pedro no aporta en las reuniones” fue fundado? No podemos. Este no
fue un juicio fundado.
Frecuentemente
consideramos fundado un juicio sobre nosotros mismos u otros (a partir de
observaciones efectuadas en un número dado de instancias), sólo para darnos
cuenta más adelante de que había muchas más instancias apuntando al juicio
contrario.
Resumen
Recapitulando,
entonces, podemos decir que se requieren las siguientes condiciones para fundar
un juicio:
La acción que
proyectamos hacia el futuro cuando lo emitimos,
Los estándares
sostenidos en relación a la acción futura proyectada,
El dominio de
observación dentro del cual se emite " el juicio,
Las afirmaciones
que proporcionamos respecto de los estándares sostenidos, y finalmente.
El hecho de que
no encontramos fundamento suficiente para sustentar el juicio contrario.
A los juicios
que no satisfacen estas cinco condiciones los llamamos juicios “infundados”.
Rodrigo
Silva Ortúzar
2014
2014
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