En el libro Liderazgo sin límites, los autores Heifetz y Linsky, cuentan que en 1994, cuando se jugaban los play off de la NBA entre los Chicago Bulls y los New York Knicks, ocurrió un evento muy poco usual para una competencia tan profesional como lo es la NBA. Para quienes no sepan, los play off de la NBA se juegan al mejor de 7 partidos (2 seguidos en una localía, luego 3 seguidos en la otra, para terminar, si así lo ameritase, con 2 partidos en la primera localía nuevamente). Los Bulls intentaban desesperadamente mostrar que eran un gran equipo y que podían ganar sin Michael Jordan. Los Knicks habían ganado los dos primeros partidos de local, jugados en el Madison Square Garden. Ahora, de vuelta en Chicago, el marcador estaba igualado a 102 puntos, y quedaban sólo 1,8 segundos de juego. Los Bulls no podían permitir llegar a perder y quedar 0-3 en la serie. Tenían el balón y pidieron “time out” para planear el golpe final.
Los jugadores se agruparon en torno al entrenador Phil Jackson, considerado como uno de los mejores DT de la NBA de todos los tiempos. La discusión se animó, ya que la táctica de Jackson requería que Scottie Pippen, el número uno de los Bulls -ahora que Jordan ya se había retirado- pasara el balón a Toni Kukoc para hacer el tanto final. Kukoc era la única persona del equipo que podía desafiar el estatus de Pippen como la nueva estrella después de Jordan. Pippen se enojó porque no había sido seleccionado por Jackson para marcar el tanto decisivo, y se quejándose a viva voz dijo, “¡Maldita mierda!”, cuando el grupo ingresaba a la cancha. Al instante, Jackson descubrió que Pippen se había ido a sentar en el extremo del banco. Jackson le preguntó si estaba adentro o afuera: “Estoy afuera” le respondió Pippen, cometiendo con eso un acto de insubordinación serio y excepcional: no acató la orden de entrar en juego.
Con sólo cuatro jugadores en la cancha, Jackson decidió incorporar a un jugador de reserva, un excelente pasador llamado Pete Myers. Myers hizo un pase perfecto a Kokoc, y éste dio un giro y consiguió un milagroso tanto que decidió el partido.
Si bien los Bulls estaban contentos, la euforia del triunfo se disipó inmediatamente como secuela de la acción de Pippen. Los Bulls regresaron a los vestuarios y Jackson entró con ellos. La atmósfera era densa; ¿Qué medidas tomaría? ¿Sancionaría a Pippen? ¿Simularía que no había ocurrido nada? ¿Haría que Pippen se disculpara? Todos los ojos estaban puestos en Jackson. Mientras Jackson estaba tratando de decidir qué hacer, oyó jadear al veterano Bill Cartwright, rendido por la emoción del momento.
Finalmente, todo el equipo se congregó en el camarín y Jackson miró a los ojos a los jugadores que lo rodeaban. Luego dijo: “Lo que ha sucedido nos ha perjudicado. Ahora tienen que resolver esto”.El silencio y la sorpresa llenaron el vestuario. Luego, Cartwright hizo un reproche inusualmente emocional a Pippen. “Mira Scottie, eso fue algo repulsivo, después de haber estado tanto tiempo en este equipo. Ésta es nuestra oportunidad para hacerlo por nuestra cuenta, sin Michael, y tú lo estropeas todo con tu egoísmo. Jamás me sentí tan desilusionado en toda mi vida”. Cartwright, conocido por su estoicismo e invulnerabilidad, estaba llorando. Jackson se marchó y el equipo se quedó conversando.
Jackson sabía que si tomaba medidas y resolvía el problema, habría hecho de la conducta de Pippen una cuestión de insubordinación, un asunto entre el entrenador y el jugador. No obstante, comprendía que había un problema más profundo detrás del incidente. Este evento había reflejado algo acerca de la relación entre los miembros del equipo. ¿Qué obligaciones tenían entre sí? ¿Cuáles eran sus responsabilidades mutuas? ¿Dónde estaba la confianza? El problema residía en ellos, no en él, y solamente ellos podían superarlo.
Jackson aplicó liderazgo al “devolverle la tarea” de buscar la solución a quienes realmente tenían el problema, los jugadores. Algunos dirán que Jackson como DT, eludió su responsabilidad. Por el contrario, yo indico que la responsabilidad del “líder”, es hacer que los miembros del equipo se hagan responsables de sus actos, de lo contrario, las personas no cambiarían sus conductas, hábitos, ni valores.
Ahora, si comparamos esta anécdota con la situación actual que vive Colo-Colo, donde Barticciotto ha llevado de muy mala manera la relación con el equipo, quizás él y los jugadores, pero sobretodo Barticciotto (y cualquier DT), podrían aprender algo de esta historia de los Chicago Bulls: ¿Dónde está la responsabilidad del resto del equipo albo de presionar a los supuestos jugadores “conflictivos”? ¿Se dan cuenta ellos que el ego personal de unos pocos atenta contra el Bien Común de todos? ¿Es culpa de Barticciotto que el futbolista chileno de hoy se crea “rock star”?
La enseñanza de este caso, es que quien ejerce liderazgo, debe tener la capacidad de “devolver la tarea” a quien corresponda.Por mi parte, “disculpo” a Barticciotto debido a:
1.- Su inexperiencia (recordemos que solo tiene dos experiencias como DT: con la U. de Concepción, y ahora con Colo-Colo).
2.- A su falta de capacitación en habilidades blandas; como he dicho en otros post, son las habilidades blandas, por sobre las duras (capacidades técnicas), las que realmente hacen las diferencias entre un profesional y otro.
3.- A su mínimo o nulo liderazgo personal y autogestión (nadie puede entregar lo que no tiene).
Barti, a buscar un Coach Ontológico que te ayude a cambiar el “observador” que cada uno de nosotros es.
* El detalle de la anécdota de los Chicago Bulls fue obtenida de: “The Good Father”, New York Times Magazine, 23 de abril de 2000, pag. 60.
Frases
“No se cambian las cosas combatiendo la realidad actual. Para cambiar algo, es necesario crear un nuevo modelo, uno distinto que haga que el actual modelo quede obsoleto".
Richard Buckminster Fuller
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1 comentario:
Extraordinaria la anécdota.
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