Como algunos sabrán, durante este primer semestre he tenido que participar en 3 negociaciones sindicales (tenemos 9 sindicatos en la empresa), cual más complicada que la otra, pues los acuerdos alcanzados en la primera, sirvieron como piso para las siguientes, siendo que las necesidades y las realidades de los asociados en cada sindicato, tenía situaciones totalmente diferentes. Afortunadamente, con cada uno se llegó a un acuerdo y se evitó la huelga.
Dentro de los puntos que acordamos de palabra para mantener buenas relaciones entre 2 de las directivas sindicales y la comitiva de la empresa, fue que desarrollaríamos una serie de talleres en diversos temas, entre ellos Liderazgo, Liderazgo Personal, y Manejo de Equipos.
A ver, para que entiendan el contexto. Los 8 dirigentes sindicales que participaron en este taller, son mercaderistas que trabajan reponiendo los productos en los supermercados que nuestros clientes comercializan, es decir, son gente que en su mayoría con suerte alcanzaron a terminar su IV Medio. No obstante lo anterior, han tenido el valor y la iniciativa para armar sus agrupaciones sindicales, aprender sobre legislación laboral, y para movilizar personas, y por lo mismo, vieron con mucho interés y entusiasmo la posibilidad de realizar estos talleres.
Así fue como al primer taller (y el único que llevamos hasta ahora), le puse “Psicología para la Vida y Liderazgo Personal” basado en el libro “Psicología para Vida” de Ignacio Fernández y Jorge Sanhueza, complementado con temas de Liderazgo y Liderazgo Personal.
Al principio, no entendían el nombre ni el trasfondo detrás del taller, hasta lo encontraban ridículo, pero en la medida que fuimos avanzando, fueron comprendiendo, asimilando y viendo la manera de cómo estos temas podrían aplicarlos en su vida laboral y personal.
De los puntos tratados, los que más valoraron fueron: “El Sentido como articulador de la vida”, donde nos enfocamos en la idea que para ejercer un liderazgo efectivo, tanto personal como grupal, era fundamental lograr generar un sentido de propósito común, capaz de movilizar a las personas. Un sentido que despertara lo mejor de cada uno en pos de una meta comunitaria.
Y el otro punto, fue el de la “Integridad Personal”, donde me quedé gratamente sorprendido con sus comentarios, pues en general todos concordaron en que eso debía ser una tarea central, y uno de ellos llegó incluso a decir, que más que una tarea, la integridad personal debería ser una responsabilidad individual inquebrantable.
Al final del taller, que duró 4 días, me sentía satisfecho con lo vivido y con las experiencias de ellos. Sin embargo, cuando hicimos la ronda final de comentarios, uno de ellos me indicó: “Jefe, todo lo que hemos visto en estos días me ha sido muy interesante y como hemos visto, se podría aplicar siempre y cuando se tuviesen las condiciones suficientes para poder aplicarlas”. Ante esto le pregunté, “¿a qué te refieres con condiciones necesarias”. Él me respondió con lo siguiente: “Me refiero a ¿cuán libre somos para poder practicar estas cosas? Es decir, ¿qué libertad tiene uno para actuar, si en la práctica uno pesa menos que un candy en la pega, si cuestiono algo nadie me pesva, y si no cumplo una orden que encuentro anti ética por parte de mi supervisor, me puede evaluar mal y hasta despedirme, y a las finales, todos trabajamos por la lukas para poder parar la olla a fin de mes?
Debo reconocer que de cierta manera este personaje me “golpeo” con lo que señaló; ¿cuán libre somos? Me acordé que esa misma pregunta nos hizo Juan Carlos Eichholz en el curso de Liderazgo Estratégico en la UAI, abriendo un amplio debate, sin llegar a una conclusión definitiva, más que al comentario final que hizo Juan Carlos cuando dijo, “al parecer no somos tan libres como pensamos”, refiriéndose a que en el trabajo muchas veces las personas “pierden” su libertad con tal de preservar sus puestos o de mantener el Status Quo.
¿Cuán libre somos? Ahora me lo pregunto yo mismo, cuando me encuentro en la encrucijada de renunciar o no a mi trabajo, siendo que efectivamente el mayor temor que me frena a tomar esa decisión, es el perder el ingreso mensual seguro que tengo al percibir un sueldo que me permite financiar mis asuntos personales y familiares.
Al parecer, el mercaderista no estaba para nada equivocado en su apreciación; aparentamos tener más libertad de la que realmente tenemos, o mejor dicho, de la que realmente usamos, convirtiéndonos principalmente, en esclavos de las necesidades económicas.
Frases
“No se cambian las cosas combatiendo la realidad actual. Para cambiar algo, es necesario crear un nuevo modelo, uno distinto que haga que el actual modelo quede obsoleto".
Richard Buckminster Fuller
Richard Buckminster Fuller
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5 comentarios:
Somos tan libres a medida de nuestros pensamientos "condicionados" por la experiencia.
La libertad se pierde en la medida que llegamos a atropellar la libertad del otro. Pero también cuando nosotros mismos nos amarramos a otras prioridades que nos impiden actuar con absoluta libertad. O sea, la libertad absoluta no existe, siempre habrá otro bien que te la impida. Lo importante, creo yo, es darle valor a lo que voy a priorizar. Tener la libertad de elegir en ese aspecto. Por ejemplo, yo elijo mi libertad de hacer lo que tenía pensado o de someterme a una petición de alguien que quiero mucho. Mi libertad está en decidir pensando lo que me hará estar más en paz conmigo misma. Y así...
Esta es la pregunta del millón, que da para mucho
Rodrigo:
Esa pregunta es frecuente en los talleres, porque lo que transmitiste va contra 2 creencias esenciales de la mayoría de las personas: que los cambios los tienen que hacer primero los poderosos (los jefes, el gobierno, etc) y que uno es víctima de su circunstancia.
En primer lugar somos libres en cómo concebimos el concepto de nuestra libertad, pues si mi narrativa es que "peso menos que un candy", sin dudas que eso pesaré. No se trata de "no ser realista". Se trata de entender que, en el contexto dado y limitado donde uno está o trabaja, los límites de mi influencia serán tan amplios como yo los visualice y trabaje para alcanzar ese estado deseado. Dicho en términos rudos, a nadie le regalan nada, y la forma de llegar a ser el que quiero ser es creérselo, hablar poco y trabajar tenazmente con la visualización que tengo en mente.
Siempre habrá situaciones límites. Por ejemplo, vivir en un país pobre, con padres no educados y no tener lo mínimo de lo mínimo (por ejemplo, en Bangladesh). Eso es extremo. El tema es en qué condiciones puedo hacerme la pregunta de mi libertad.
Te agradezco que uses lo que hemos generado para hacer tus talleres. Me alegra muchísimo.
La falta de libertad es un juicio y una creencia propia de límites aprendidos y/o la justificación para no emprender el camino del liderazgo personal.
Un abrazo,
Ignacio
Nada de libres somos, partiendo por la determianción genética e icc. Ahora, que uno crea en su fantasía que lo es, eso es otra cosa...
Anónimo,
La genética y el C.I., son datos. Ahora, cada uno opta elegir ser protagonista o víctima, ser libre de seguir sueños, o esclavo de las comodidades.
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