¿Sabías que ya no tienes que esperar a ser perfecto para compartir tu trabajo?
En este sentido, ya no necesitas esperar a ser un experto para empezar a compartir lo que haces. Vivimos en una sociedad obsesionada con los resultados, pero el verdadero valor no está en mostrar lo que lograste, sino en enseñar cómo llegaste ahí. Las personas quieren conocer el “¿Cómo?” más que el “Qué”.
Eso es lo que dice Austin Kleon en su libro “Muestra tu trabajo”, quien propone un cambio de paradigma en cómo compartimos nuestro trabajo, enfatizando la importancia de mostrar no solo el producto final sino también el proceso creativo, y eso es algo que sin darme cuenta, he venido haciendo desde que me independicé el año 2009, por lo que podría decir, que lo he puesto en práctica en mi propio camino. Al compartir mi proceso –incluso cuando no estaba seguro de qué tan “bueno” era, y solo era un aprendiz– no solo conecté con más personas, sino que crecí muchísimo a nivel personal, y las personas empezaron a mirar como un experto en temas de Transformación Organizacional y Coaching.
De este modo, hoy quiero compartir mi visión respecto de lo que creo que podría
ser algo muy importar que sería el hecho de comenzar a desarrollar esto ti, al mostrarte
más humano y vulnerable, y cómo esta práctica puede ayudar no solo a construir
relaciones auténticas, sino también a crecer como persona, profesional, y por
añadidura, comenzar a tener nuevos ingresos.
Entonces, dicho lo anterior, la pregunta importante a hacerse es:
¿Para qué deberías
compartir tu proceso?
Mucha gente tiene miedo de compartir lo que hace porque siente que no está
“listo”, porque se le presenta el síndrome del impostor, o tiene temor a lo que
pudiesen decir los demás, sobre todo los más cercanos. Sin embargo, lo cierto
que nadie está completamente listo o preparado, y eso está bien, más aun si
entendemos los procesos como un aprendizaje continuo.
1. Conectas desde la autenticidad. A la gente no le importan tanto tus logros como tu historia. Lo que los inspira es ver que tú, al igual que ellos, también luchas, dudas y aprendes.
2. Inspiras a otros. Cuando compartes lo que estás aprendiendo, ayudas a otros a darse cuenta de que ellos también pueden empezar, aunque no sepan todo.
3. Refuerzas tu crecimiento personal. Hablar de tus errores y
aprendizajes te obliga a reflexionar, lo que acelera tu evolución, y a la vez
te vuelve más cercano y empático.
¿Ven lo que quiero decir? Mostrar su trabajo no es un acto de arrogancia, sino
de generosidad donde todos ganan.
Ahora, ¿cómo se aplica esto al desarrollo personal?
Para responder a esta pregunta,
déjenme vincular esto con algo que para mí es clave: el crecimiento como
persona.
El acto de compartir el proceso no solo impacta a otros; también
transforma su relación consigo mismo, permiéntodo conocerse más, (uno de los puntos centrales y base cuando
hablamos del Inversionista Interior), y si se documenta lo que se hace, se empiezas a notar patrones en sus
decisiones, sus hábitos y hasta en sus bloqueos, volviéndose más resilientes.
Ahora, mostrar tus errores
públicamente puede dar miedo al principio, pero al hacerlo, desarrollas una
fortaleza interna. Aprendes a aceptar que equivocarte es parte del camino, y fomenta
una mentalidad de aprendizaje. Cada vez que compartes, reafirmas que siempre
hay algo nuevo por aprender y enseñar, tal como mencionaba hace un rato: el
aprendizaje es continuo.
¿Te das cuenta de cómo esto se conecta directamente con el desarrollo personal?
Compartir no es solo para ayudar a otros; es para que tú también crezcas.
Entonces, ¿cómo empezar a mostrar tu trabajo sin sentirte abrumado?
Tengo claro que puede sonar intimidante al principio, pero no tiene que ser
complicado. Aquí van algunas estrategias prácticas que a mí me han funcionado sobre
todo, como dije al inicio, después del
leer el libro “Muestra tu trabajo”:
No necesitas hacer un gran despliegue. Simplemente, registra algo pequeño que aprendiste hoy. Puede ser una lección, un error o un momento de inspiración. ¿Un ejemplo? Tal vez hoy intentaste organizar tus finanzas personales y te diste cuenta de que necesitas ser más disciplinado con tus gastos. Comparte eso.
2. Cuenta la historia detrás de lo que haces.
Todo tiene una historia. Tal vez estás empezando a aprender sobre inversiones, o tal vez estás explorando cómo balancear tu vida profesional con tus metas personales. Comparte lo que te llevó a ese punto y qué estás descubriendo en el camino.
3. Habla de tus errores y aprendizajes.
Te lo digo por experiencia: ser vulnerable conecta más que cualquier éxito. Cuando he compartido mis propios fracasos –como las veces que dudé de mí mismo en mis inicios como Coach Profesional o cuando tomé malas decisiones financieras–, fue cuando más resoné con las personas.
4. Haz preguntas a tu audiencia.
No sientas que tienes que tener todas las respuestas. Pregúntate: “¿Qué estrategias uso para manejar mis finanzas personales?” o “¿Cómo enfrento mis propios miedos al empezar algo nuevo?”. Las mejores conversaciones empiezan cuando reconoces que aún estás aprendiendo.
Ahora, hablando del Inversionista Interior que cada uno de nosotros puede llegar a ser, las personas me preguntan, “¿cómo mostrar mi proceso me prepararía para invertir mejor en mí mismo, en mi vida?, y lo que suelo responder, es con harto bien práctico; haciéndote las siguientes preguntas:
¿Qué hábitos te están frenando? ¿Dónde estás invirtiendo tiempo y energía de forma ineficiente? ¿En qué soy bueno, o qué es aquello que realmente amo hacer? ¿Cón que cosas o acciones siento que estoy en Flow?
Hacerte este tipo de preguntas, lleva a un nivel
de autoconciencia clave para cualquier tipo de inversión, ya sea emocional, de
tiempo, financiera, etc.
Por ejemplo:
- Al compartir cómo manejas tu presupuesto, te vuelves más consciente de tus
prioridades.
- Al documentar tus avances en habilidades o proyectos, identificas dónde
necesitas mejorar.
- Al reflexionar sobre tus errores, te preparas para tomar decisiones más
inteligentes la próxima vez.
Si se dan cuenta, compartir el proceso no solo es una herramienta creativa,
sino también un ejercicio de autoliderazgo, pues como he contado en otras
ocasiones, liderazgo es la capacidad de movilizar en escenarios de
incertidumbre, entonces, esta práctica es un ejercicio de autoliderazgo pues te
moviliza a ti mismo en un escenario incierto al ser nuevo para ti.
Para ir cerrando, si hay algo que me ha enseñado este camino, es que no
necesitas ser un experto para empezar a compartir. Solo necesitas ser tú.
Mostrar tu trabajo no se trata de presumir, se trata de conectar, de inspirar y
de crecer junto a otros.
Así que aquí te dejo alguna preguntas relacionadas con esto: ¿Qué puedes
compartir hoy? Tal vez es algo pequeño, como una lección aprendida o una duda
que estás enfrentando. Sea lo que sea, te invito a dar ese primer paso. Al
hacerlo, te aseguro que empezarás a transformar no solo tu relación con los
demás, sino también contigo mismo, así qué, ¡¿QUÉ ESTÁS ESPERANDO?!
Reflexiones
Antes de terminar, quiero dejarte 5 preguntas que pueden ayudarte a reflexionar sobre cómo aplicar esta idea en tu vida:1. ¿Qué aspecto de tu vida o trabajo te gustaría documentar y compartir?
2. ¿Qué miedo o creencia te está frenando a la hora de mostrar tu proceso?
3. ¿Cómo crees que compartir tus aprendizajes podría impactar a los demás?
4. ¿Qué hábito podrías adoptar hoy para empezar a registrar tus avances diarios?
5. ¿Cómo puedes usar tus errores como una herramienta para inspirar y conectar con otros?
Tómate un momento para responder estas preguntas. Escríbelas en una libreta o cuaderno, porque ahí es donde comienza la magia: en reconocer dónde estás ahora y atreverte a dar el primer paso hacia algo más grande.
Finalmente, ante cualquier duda o inquietud, o simplemente si deseas compartir tus apreciaciones, te invito a dejarme tus preguntas, dudas o comentarios, o si prefieres, compártelas conmigo directamente. Estoy aquí para acompañarte en este camino.
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