Realmente me fascinó este artículo de Warnken. Una amiga me lo hizo saber, pues justo yo esos días me encontraba en un profundo Retiro de Silencio, para sanar el alma y el espíritu.
Es impresionante el poder del Silencio, la magia que lleva consigo, los misterios que encierra, la música interior que proporciona, el camino que nos lleva a nuestra presencia-presente, y como nos lleva a conectarnos con nosotros mismos y a abrir nuestros sentidos, la intuición, y el corazón.
Así como podemos acaparar todo con nuestra mirada, el Silencio tiene la capacidad de envolvernos y contenernos a nosotros. Está ahí para recordarnos quienes realmente somos, y ayudaros a dar las respuesta que lo exterior no nos proporciona.
Como dice Warnken, se suele tener terror al Silencio, sin embargo, si lo haces tu amigo, puede ser el mejor, pues te muestra el poder interior que tienes, que eres parte del todo, y que el todo es parte de ti. Te regala un mayor y altísimo nivel de conciencia, y el milagro de sanar heridas.
Esto último hace que muchos le teman, pues la mayoría no quiere saber nada de las heridas de su pasado, crean estrategias para afrontarlas, y al final, terminan cansados y presos de sus propias ataduras y armaduras que han usado para sobrevivir en sus vidas.
No ven que el Silencio, al mostrarles sus heridas, les está dando la posibilidad de sanarlas, de curarlas, y más importante aun, de librarse de ellas y poder ser quien realmente son: aquel ser poderoso y perfecto que emerge al momento de nacer.
Mucho se habla que las personas tienen una nostalgia de algo más... ...pues bien, creo que gran parte de aquello, nace de no dar espacio ni tiempo al Silencio.
Luego, no lo consideremos como un enemigo; considerémoslo como nuestro mayor aliado.
No le temamos; abracémoslo.
No escapemos de él; llamémoslo.
3 comentarios:
Extraordinario!
Y gracias por el link a la columna de Warnken.
Bueno... Es verdad, hace falta tener nuestro silencio diario, así como la oración. Esto me lleva a las monjas de claustro, que algunos piensan que no pueden ser felices en su silencio... ¡Si las conocieran!
Lo mejor es que el ser feliz permite irradiar esa luz y energía a quienes te rodean. O sea, no sólo es sanador para quien disfruta de esa experiencia sino que para darse a otros, que es lo que en definitva lo que hace la verdadera felicidad.... Pienso yo.
En todo caso, respeto y comprendo amorosamente a quienes opinen diferente.
Gracias José, y gracias Mamá por sus comentarios.
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